Un día el Señor nos regaló una visión, y vimos que de su corazón palpitante y vivo, salía en la parte de arriba una llama, que con su luz nos iluminaba a todos.
Había una custodia y en el centro de la sagrada hostia, se posó su corazón palpitante, con la llama encendida.
Vimos alrededor de la custodia, una leyenda que decía “adoremos al que vive”, y de su corazón palpitante, salían muchas gotas de sangre, que nos alcanzaban a todos.
En la base, había una promesa para nosotros; que luego entenderíamos, cuando las tormentas llegaron, el por qué esta cita, era la base de nuestro Logo.
"Nada podrá separarnos del amor de Dios".
Romanos 8; 39